martes, 21 de agosto de 2012

Los tres árboles...


Había una vez tres árboles en una colina de un bosque. Hablaban acerca de sus sueños y esperanzas.
El primero decía:
“Algún día seré un cofre de tesoros. Estaré lleno de oro, plata y piedras preciosas. Estaré decorado con labrados artísticos y tallados finos; todos admirarán mi belleza”.

El segundo árbol dijo: “algún día seré una poderosa embarcación. Llevaré a los más grandes reyes y reinas a través de los oceanos, e iré a todos los rincones del mundo. Todos se sentirán seguros por mi fortaleza y poderoso casco”.
Finalmente el tercer árbol dijo: “Yo quiero crecer para ser el más recto y grande de todos los árboles del bosque. La gente me verá en la cima, mirará mis poderosas ramas y pensarán en el Dios de los cielos, y cuan cerca estoy de alcanzarlo. Seré el más grande árbol de todos los tiempos y la gente siempre me recordará”.
Después de unos años en que los árboles oraban para que sus sueños se convirtieran en realidad, un grupo de leñadores llegó donde estaban los árboles…

Cuando uno vio al primer árbol dijo: “Este me parece un árbol fuerte, creo que podría vender su madera a un carpintero”, y comenzó a cortarlo. El árbol estaba muy feliz debido a que sabía que el carpintero podría convertirlo en un cofre para tesoros.
El otro leñador dijo mientras observaba al segundo árbol: “Parece un árbol fuerte creo que lo podré vender al carpintero del puerto”. El segundo árbol también se puso muy feliz porque sabía que estaba en camino de convertirse en una poderosa embarcación.
El último leñador se acercó al tercer árbol; este estaba asustado, pues sabía que si lo cortaban, su sueño nunca se volvería realidad. El leñador dijo entonces: “No necesito nada especial del árbol que cortaré, así que tomaré este”.  Y cortó el tercero…
Cuando el primer árbol llegó donde el carpintero, fue convertido en un  cajón de comida para animales, y fue puesto en un pesebre y llenado con paja. Se sintió muy mal pues eso no era por lo que había orado.  El segundo árbol fue cortado y convertido en una pequeña balsa de pesca, ni siquiera lo suficientemente grande para navegar en el mar, y fue puesto en un lago. Y vio como sus sueños de ser una gran embarcación cargando reyes había llegado a su final.  El tercer árbol fue cortado en largas y pesadas tablas y dejado en la obscuridad de una bodega…
Años más tarde, los árboles olvidaron sus sueños y esperanzas por lo que tanto habían orado. Entonces un día un hombre y una mujer llegaron al pesebre…
ella dio a luz un niño, y lo colocó en la paja que había dentro del cajón en que fue trasformado el primer árbol. El hombre deseaba haber podido tener una cuna para su bebé, pero este cajón debería serlo. El árbol sintió la importancia de este acontecimiento y supo que había contenido el más grande tesoro de la historia…

Años más tarde, un grupo de hombres entraron en la barca, en la que habían convertido al segundo árbol. Uno de ellos estaba cansado y se durmió. Mientras   estaban en el agua, una gran tormenta se desató y el árbol pensó que no sería lo suficientemente fuerte para salvarlos. Los hombres despertaron al que dormía, este se levantó y dijo: “Calma ! Quédate quieto !”, y la tormenta y las olas se detuvieron…
En ese momento el segundo árbol se dio cuenta de que había llevado al Rey de Reyes y Señor de Señores…

Finalmente un tiempo después alguien vino y tomó el tercer árbol convertido en tablas. Fue cargado por las calles al mismo tiempo que la gente escupía, insultaba y golpeaba al Hombre que lo cargaba…
Se detuvieron en una pequeña colina y el Hombre fue clavado al árbol y levantado para morir en la cima de la colina. Cuando llegó el domingo, el tercer árbol se dio cuenta de que él fue lo suficientemente fuerte para permanecer erguido en la cima de la colina, y estar tan cerca de Dios como nunca, porque  Jesús había sido crucificado en él…

Cuando parece que las cosas no van de acuerdo a tus planes, debes saber que siempre Dios tiene un plan para ti. Si pones tu confianza en El, te dará grandes regalos y satisfacciones a su tiempo. Recuerda que cada árbol obtuvo lo que pidió, sólo que no en la forma en que pensaban. No siempre sabemos lo que Dios planea para nosotros, sólo sabemos que: “Sus caminos no siempre son nuestros caminos pero… siempre son los mejores.”
Gracias por leer!!! Dios te bendiga grandemente!!

lunes, 13 de agosto de 2012

El propósito de Dios es mayor que tus errores.


El propósito de Dios es mayor que tus errores.
Pastor Javier Bertucci
(Domingo17-07-2011)

Dándole toda la Gloria a Dios empezó el servicio de este domingo en la Iglesia de Avivamiento Maranatha Valencia, continuando luego con la proclamación de la Palabra de Dios, cuya enseñanza trajo el entendimiento de que el propósito divino es más grande que todo, aun que nuestros errores.

"Nadie puede ser ayudado a menos que reconozca que necesita la ayuda", fueron las palabras con las que comenzó el mensaje el Pastor Javier Bertucci. El peor daño que puede ocurrir es engañarse uno mismo, pensando que no necesitamos a Dios. El arrepentimiento nos hace reconocer nuestra necesidad de Dios. Nunca dejaremos de cometer errores, pues la perfección es una carrera larga; la obra de perfección requiere mucho tiempo.

Hay un propósito de Dios con cada uno de nosotros, y ese propósito va a prevalecer por encima de tus imperfecciones. La Sangre de Cristo nos limpia del pecado. Satanás siempre vendrá contra nosotros juzgando los errores como irreparables e intentando que sintamos que no podemos estar delante de Dios.

Huir del servicio a Dios por los errores cometidos es una muestra de cobardía terrible. Ningún pecado es más grande que Dios. Él está por sobre todas las cosas.

Salmo 138:8:"Jehová cumplirá su propósito en mí; Tu misericordia, Oh Jehová, es para siempre; No desampares la obra de tus manos."

Cuando Dios tiene un propósito, este es más grande que cualquier otra cosa. Ir contra el propósito de Dios en otra persona provocará la caída de nuestro sitio de honra. Todo tiene que ver con el propósito. Dios elige a alguien y traza su propósito. No debemos cuestionar ni envidiar los propósitos de otros hermanos. Dios no se equivoca nunca.

A Dios no le interesan personas que intentan hacer las cosas sin tomarlo en cuenta, vanagloriándose de sí mismos.

¡Dios es más grande que tus errores!

Hay que tener cuidado de no tocar el propósito de Dios en otro, juzgando sus errores o debilidades. Esto puede ocasionar que al final seamos desechados, como le ocurrió a Saúl en el libro de Samuel. En muchos casos, lo que nos hace hablar mal de otros, es la envidia.

Isaías 58:9: "Entonces invocarás, y te oirá Jehová; clamarás, y dirá él: Heme aquí. Si quitares de en medio de ti el yugo, el dedo amenazador, y el hablar vanidad."

Hay una condición para que seamos escuchados delante de Dios; ésta es: quitar nuestras palabras malintencionadas que decimos en contra de nuestros hermanos.

Apocalipsis 12:10: "Entonces oí una gran voz en el cielo, que decía: Ahora ha venido la salvación, el poder, y el reino de nuestro Dios, y la autoridad de su Cristo; porque ha sido lanzado fuera el acusador de nuestros hermanos, el que los acusaba delante de nuestro Dios día y noche."

La Palabra confirma que el primer adversario de cada cristiano es un acusador. La Iglesia debe entender que la manera de recuperar el poder y la salvación del mundo es sacar por completo la naturaleza acusadora de nuestro corazón. La misericordia y la intercesión por cada uno de los hermanos más débiles debe ser la columna de la iglesia. El amor debe prevalecer. El propósito y la obra de Dios deben ser lo más importante.

"El éxito de la iglesia está en el permanecer unida." La actitud de la Iglesia debe ser la de proteger a los hermanos que han caído y no permitir que sean expuestos ante los demás, ni que sean mostrados para que los juzguen o cuestionen.

Juan 8:4-11: "le dijeron: Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en el acto mismo de adulterio. Y en la ley nos mandó Moisés apedrear a tales mujeres. Tú, pues, ¿qué dices? Mas esto decían tentándole, para poder acusarle. Pero Jesús, inclinado hacia el suelo, escribía en tierra con el dedo. Y como insistieran en preguntarle, se enderezó y les dijo: El que de vosotros esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra contra ella. E inclinándose de nuevo hacia el suelo, siguió escribiendo en tierra"

Esta palabra nos demuestra que la única forma de acusar a alguien, es no habiendo cometido pecado alguno jamás, ni en el pasado, ni en el presente. El Señor Jesús dejó bien claro esta condición. ¡Nadie es perfecto! Las personas tienden a olvidar que pasaron por las mismas debilidades de los que ahora cometen errores. Juzgamos deliberadamente, olvidando que no somos perfectos. Los pecados no anulan el propósito de Dios en cada uno de nosotros. Nunca Dios da los dones para avergonzar a nadie. Los acusadores no son del equipo de Dios.


Este mensaje lo recibí el día de hoy y decidí compartirlo con todos ustedes. Fue de mucha ayuda para mi, y espero que para ustedes también lo sea.

Gracias por leer, Dios les bendiga grandemente!!!